Ellos también tienen dolor de espalda: la fisioterapia canina

Ellos también tienen dolor de espalda: la fisioterapia canina

  • 17/08/2018

El paciente está tumbado en la camilla. Con los dedos, la terapeuta le masajea cuidadosamente la espalda. El masaje está pensado para ayudar a destensar grupos de músculos contracturados y aliviar así el dolor. Este tratamiento es fisioterapia, pero en este caso no es para personas, sino para perros. A ellos también les ayuda.

La fisiología veterinaria existe desde hace unos 15 años, dice Michael Maassen, de la asociación veterinaria y de fisioterapia animal alemana DGT.

El método de tratamiento existía ya desde hace tiempo aplicado a personas. "También la fisioterapia para animales se basa en la medicina convencional", indica.

La aplicación de la fisioterapia en perros tiene efectos positivos en diversas situaciones, explica Mima Hohmann, veterinaria y fisioterapeuta en la ciudad alemana de Leipzig.

"Puede ayudar cuando un animal tiene dolores o problemas de movimiento tras una enfermedad, un accidente o una operación", señala.

Si un perro sufre, por ejemplo, problemas serios de espalda, los masajes pueden lograr que el animal pueda volver a moverse sin dolor.

Pero la fisioterapia animal no solo se basa en masajes. "Se pueden diferenciar tres terapias diferentes", dice Hohmann.

Una son métodos manuales como terapia del movimiento pasiva y activa, masajes y linfodrenaje.

"Además hay técnicas físicas como terapias con ultrasonidos, láser, campos magnéticos o electrodos", explica.

Y entre medias de ambas está la terapia en el agua, que contiene elementos de las dos anteriores.

Lo primero que hará el terapeuta es ver qué tratamiento es el más apropiado para el caso concreto.

Cuando un perro y su dueño llegan por primera vez a la consulta de Nicole Stübner, en Berlín, ella observa cómo camina el perro, qué le llama la atención de su cuerpo y pide ver radiografías previas si es que existen.

"Trabajamos estrechamente con los veterinarios para aclarar cuáles son las causas de determinados problemas o qué movimientos no puede hacer el perro por su enfermedad o solo puede hacer de forma limitada", explica.

Una vez que esto está aclarado, Stübner habla con el dueño sobre la terapia que quiere aplicar.

Al utilizar una cinta andadora bajo el agua, por ejemplo, hay que meter al perro en una especie de bañera en la que se encuentra la cinta.

"El animal camina entonces en el agua sobre ella", dice Stübner. "Las articulaciones reciben menos carga a la vez que los músculos se pueden trabajar por la resistencia que ofrece el agua", cuenta.

Esto puede ayudar tras una operación de rotura de ligamentos. "También en enfermedades de los codos o hernias discales se utiliza la cinta andadora bajo el agua", añade.

Si un perro tiene displasia de caderas, hay una pata que con frecuencia no carga normalmente, sino que la protege en el movimiento.

"Esto puede llevar a que la musculatura en esa pata se acorte", dice la experta. Los estiramientos pueden hacer en ese caso que el animal ande mejor.

En el caso de la terapia con electrodos, la corriente que estos dejan fluir ayuda a que el animal sienta menos dolor y puede también contribuir a la regeneración de nervios.

Las horas de terapia que necesita cada paciente son diferentes, por lo que los costes del tratamiento también pueden variar. "Hay pocos seguros veterinarios que incluyan estos tratamientos", dice Hohmann.

Otra de las complicaciones es que no es fácil encontrar buenos terapeutas. En este campo, que no está aún reglado, hay muchos intrusos que han hecho un curso pero que no tienen los conocimientos necesarios.

En Alemania, la asociación DGT se encarga de realizar pruebas en todo el país. Pero no todo el que carezca de una certificación de ellos es un terapueta malo. "Lo aconsejable es siempre informarse de la formación del terapueta", indica la experta.

Y no a todos los perros les gustan estos tratamientos, al menos al principio. Hohmann lo sabe por experiencia.

"La primera vez tienen mucho miedo y saltan de la camilla", explica. Seguramente lo hacen porque creen que están en el veterinario. "Después de la segunda o la tercera vez, la mayoría se quedan tumbados tranquilamente. ¡Algunos inclusos entran corriendo, se lanzan a la camilla y se tumban!", cuenta.

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