Ante la dificultad que existe para la prevención de cáncer infantil, resulta de vital importancia para su correcto abordaje, realizar un diagnóstico lo más precoz posible y establecer una estrategia terapéutica adecuada. Afortunadamente, las posibilidades de curación en un periodo de 5 años de evolución en niños de entre 0 y 14 años alcanza casi el 80%, pero entre un 20 y un 40% de estos pacientes, experimentarán secuelas a medio largo plazo.
Dentro de estos tratamientos integrales, la Fisioterapia, es un elemento clave para ayudar a la recuperación funcional, así como en la prevención de secuelas causadas por el desarrollo y evolución de la propia enfermedad o secundarias al tratamiento oncológico que recibe. También el sedentarismo e inmovilización durante fases prolongadas tanto en los ingresos hospitalarios, como en el propio domicilio del niño, así como el propio tratamiento recibido, incidirá en la probable aparición de estados de fatiga y debilidad muscular. Dentro del tratamiento fisioterápico el profesional puede intervenir en trastornos motores y neurológicos, dificultades respiratorias, dolor, dificultades en la coordinación estática y dinámica, pérdida del equilibrio y la propiocepción, habilitación del niño durante su estancia y tratamiento hospitalario mediante ejercicio físico terapéutico, así como en la reeducación de la marcha, marcando como objetivo prioritario, recuperar la función y, en caso necesario, conseguir una deambulación lo más autónoma posible.
El vínculo de empatía que se establece entre el niño y el fisioterapeuta es un pilar fundamental tanto en la recuperación física, como dentro del plano emocional, siendo muy importante la implicación de la familia para normalizar la situación y subir la autoestima.
Fuente: Navarra Infornación